Descripción
¿Hasta qué punto los estereotipos educativos triunfan sobre la verdad?
Tobeña desmitifica en Talento desperdiciado el papel de la escuela en la construcción del futuro personal
LA OBRA
¿Cuál es el papel de la escuela para orientar y propiciar el talento? Es decir, más allá de garantizar una serie de habilidades cognitivas y de contribuir, asimismo, a temperar los modos de comportarse en la plaza pública, ¿en qué medida la escuela puede ayudar o perjudicar la eclosión, el cultivo y el despegue del talento?
Este es el punto de partida de Talento desperdiciado, el nuevo ensayo de Adolf Tobeña. La escuela es muy importante para el horizonte vital de los estudiantes, pero no es decisiva.
La educación reglada tiene un papel esencial e ineludible en la formación de las sucesivas hornadas de candidatos a ciudadanos autónomos, competentes y cultos, pero no es el factor crucial para los itinerarios individuales; ni lo es tampoco de los rendimientos profesionales y sociales que se consiguen alcanzar más adelante.
La buena escuela cumple un papel auxiliar formidable. Imprescindible, en realidad. Pero es tan sólo una acompañante más. Una acompañante que puede ser magnífica, notable o mediocre, según los casos, aunque con una influencia secundaria para ir fijando el curso de las trayectorias personales de los alumnos.
EL AUTOR
Adolf es catedrático de psiquiatría en la facultad de medicina del Instituto de Neurociencias, Universidad Autónoma de Barcelona; profesor visitante en el Institute of Psychiatry (University of London) y en las universidades de Groningen, Tel Aviv, Venecia y Córdoba (Argentina); además de otros centros de investigación y universidades españolas.
LA CRÍTICA
Roberto Colom: «No tiene empacho Adolf en subrayar algunas ideas no demasiado populares. Por ejemplo, (1) al maestro debe dársele la necesaria autoridad y estar habilitado para imponer las oportunas sanciones llegado el caso, (2) los alumnos deben recibir calificaciones verdaderamente informativas para saber dónde se encuentran y cómo van mejorando, evitando estúpidos eufemismos de sobra conocidos, y (3) es urgente conminar a los progenitores para que dejen de interferir con la dinámica escolar».