Descripción
Un fantasma recorre Europa: el fantasma del totalismo. Y a diferencia de lo que hicieron el papa y el zar, Matternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes con el fantasma del comunismo en 1948, la vieja Europa contempla el espectáculo.
Estulta Europa. Pero el fantasma del totalismo está ahí. A la luz del día y en la oscuridad de la noche. Con permiso de residencia. Y nos promete felicidad.
Ese no expresar lo que uno piensa cuando va a contracorriente de lo publicado y lo publicitado; ese no significarse por miedo a lo que puedan pensar los otros o por temor a poner en peligro los intereses particulares, sociales o profesionales. A ello añadamos el mimetismo de las masas y el oportunismo de quien sube al carro del caballo que cree ganador.
Así se constituye una opinión totalista que condiciona, presiona y abruma, que favorece la autocensura, que da carta de naturaleza a determinadas ideas inconsistentes y socialmente discutibles.
La autonomía personal. Es lo que reivindica Miquel Porta Perales en Totalismo.
La crítica sobre ‘Totalismo’, de Miquel Porta Perales
Eduardo Goligorsky analiza a fondo este libro con la convicción de que se trata de una obra que “desarrolla, paso a paso”, el mecanismo por el que se convence a un gran número de personas, con mensajes que prometen la felicidad.
En su crítica, asegura que “la plétora de información convive con la amenidad y con una buena dosis de humor caústico. Un torpedo contra la masificiación que desenmascara a sus gestores”.
Periodista Digital considera a Totalismo “indispensable para entender la lluvia ácida de ideas que nos está cayendo encima”. La extensa crítica la firma Luis Balcarce bajo el título de “Si George Orwell leyera los textos del totalismo podemita, los denunciaría por plagio”.
Porta Perales «se considera un francotirador que critica el pensamiento único, y, en concreto, el progresismo o el nacional-progresismo, que se vende bajo el manto de la modernidad».